24/7/11

El regreso

Y falta, falta rato. Menos que lo ya vivido, pero abundante tiempo.
Preocuparse no tiene sentido, es ocuparse por anticipado, pero igual, no puedo con mis obsesiones, me dejo ganar sin siquiera luchar. Y entonces hago cuentas, pienso opciones laborales, dónde vivir, miro precios, miro el gallito, trato de imaginarme en ese escenario que hace tanto no visito, pensarme en la interacción cotidiana, cómo me afectará la honestidad brutal que tan familiar me era,  qué voy a perder, qué voy a extrañar, el mortal invierno, el asma, la humedad, la rambla, mi familia, mi madre...
Me pienso, pienso las posibilidades que sí, las que no, las cosas que me hicieron salir y las que me hacen regresar.
Quiero certezas y obviamente no las tengo. Sin importar lo que invente o cómo trate de controlar, manejar, dirigir...todo me supera.
Solo tengo una certeza, la misma que hizo que me fuera: Tengo que hacerlo.

5 comentarios:

uruguaya dijo...

avisame si necesitas algo, dale?

MaGa dijo...

Gracias!
Igual calculo que algunas preguntas etc y más sobre la fecha, o séase: dentro de un rato largo.
Abrazo.

Not just a moustache dijo...

Vuelva ahora, mija. Que después aparecen los milicos y esto no está bueno.

MaGa dijo...

No entendí lo de los milicos. Leo que la inseguridad allá ta compleja. En México también, de hecho yo diría que peor. Bah, cualquiera de las dos versiones están jodidas. Igual siento que la violencia e inseguridad de Montevideo es más transitoria o al menos pareciera más controlable, al menos allá los agarran. En México...en México creo que es algo que no tiene solución.

Anónimo dijo...

Yo te puedo asegurar que, ya hace seis años cuando volví, la comparación de la inseguridad entre México y Uruguay era abismal: Uruguay no puede seguir pretendiendo ser un islote, a salvo del deterioro internacional. Es cierto que internamente se vive como grave, porque veníamos de un nivel de "civilidad" y "buen vecino" increíble, con puertas abiertas y carteras colgadas en la silla. Luego del 2002, y con lo redituable que resulta, más problemas con el consumo de la pinche pasta base (eso sí, un problema social, pero controlable en una sociedad chica y ahí se apuesta más a desmantelar operaciones de tráfico que ocn la delincuencia común), es verdad que todo el mundo mal que bien ha vivido o le ha tocado algún robo de cerca, a veces más de uno. En algunos casos con violencia incluso. Pero -creeme, de verdad: soy modelo estéreo, no monofónico- nada, nada, nada que ver, y mucho menos con el México de hoy. Por ahí ni te preocupes: esto es Disneylandia todavía.

Ahora, el choque cultural, el clima, el extrañar, las dimensiones... bueno, eso será duro, seguramente, y te puede llevar años, quizás. Así sea para sentirte verdaderamente en tu casa, en tu Ítaca. No lo sabemos. Que sea difícil no quiere decir que no sea correcto, finalmente: yo ya fui de ida, de vuelta (y sufrí mucho), de ida y de vuelta (y me siento ahora en mi lugar). Lo importante es no estar obligado a irse o a volverse: cuando se hace libremente, es puro crecimiento. No perder algo: ser más. Pero hacelo cuando estés convencida. No hay obligación tampoco. A nosotros nos cayó el rayo de Zeus de golpe y en tres meses desarmamos una vida. Nos felicitamos, aunque llevo la ausencia de México en mi corazón todos los días. Pero sin dolor, como sea.
Bendiciones, viajera!
G.