Diez años se dicen fácil. No les voy a contar toda la
historia, Monterrey me dio la bienvenida con sus montañas y su gente, que no
dudó en hacerme un lugar y recibirme con extrema generosidad.
Después, el D.F. y sus maravillas.
Me llevo mucho, y no me refiero a la cantidad de equipaje
extra, que también es bastante, me llevo diez años de aprendizaje continuo.
Diez años en los que aprendí quién soy y cuáles son mis límites. Aprendí a
adaptarme, aprendí a tolerar, aprendí a no ser tan crédula, aprendí a
disfrutar, a no quejarme constantemente, a sonreír y a dar las gracias, ¡aprendí
un oficio!, aprendí palabras, sabores, olores, costumbres ¡cultura! aprendí que
soy buena hablando en público, que soy buena vendiendo, que soy buena creando,
ideando, escribiendo… aprendí que hasta ¡puedo ser divertida! Aprendí cómo ser
extranjera, aprendí a callarme (aunque no lo suficiente), aprendí que los
buenos amigos solo se conocen con el tiempo, aprendí de la solidaridad femenina
con tantas mujeres que me escucharon, me aconsejaron, me dieron para adelante,
me criticaron y no dudaron en echarme una mano cuando fue necesario.
Sé que voy a extrañar, es parte de. No sé qué pasará, si
regresaré o no, pero sé que este rico, inmenso e infinitamente diverso país me
recibirá como siempre: con los brazos abiertos. Gracias México por todo lo que
me enseñaste y todo lo que me diste.
Y no, no voy a poner los nombres, saben bien que esto es
para ustedes ¿verdad?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario