9/9/10

Base, rimmel, cuchara

Hay un tema que me obsesiona, bueno, no me obsesiona, pero cada tanto regreso a él.
Llevo 5 años en el D.F. y todavía me llama la atención el rito de maquillaje de las mujeres en el autobus y en el metro.
Entiendo que por la mañana el tiempo es oro y que es más práctico hacerlo en el metro o en el bondi que definitivamente no hacerlo...pero es llamativa la forma en que el lugar donde viajo se transforma repentinamente en toilette de damas. Hay un efecto de contagio, como cuando uno bosteza y el de al lado no puede evitar bostezar también.

Generalmente me toca viajar parada con lo cual tengo una panorámica del lugar, ahí están ellas, una detrás de otra, con sus bolsas abiertas, maquillándose.

Cada una tiene su sistema pero hay cosas que se repiten:
Los espejos suelen pertenecer a viejas polveras o sombras que no usan (usan el espejo) a veces también son trozos de un espejo que supo ser más grande, siempre en estado deplorable, sucios, rajados, feos.
Las bases...casi todas en crema y aplicadas indefectiblemente del mentón hacia arriba, como si el cuello no existiera. Sombras, casi nadie las usa.
El lápiz ¡qué pulso! el lápiz siempre es negro, por arriba y por abajo, a veces también por dentro.
Los labios, casi nada, algo de brillo.
Y por último: las pestañas.
Las pestañas son un capítulo aparte, rimmels viejos, aquellos que usaba mi mamá de cepillito, o el cepillo de uno y el producto de otro, hay de todo, pero siempre color negro.
¡La cuchara! Oh, la famosa, infaltable cuchara. Es un misterio, un misterio que la prefieran a los rizadores, a los cepillos, a todo...

Ellas suben con una cara y bajan con otra...tristemente el resultado pocas veces es una mejora ¿porqué? Yo creo que porque mirarse por partes, en un pequeño espejo de mano, mientras el bondi se mueve, tiene sus consecuencias dramáticas. También está el problema de la luz...la luz dentro de un ómnibus no existe y entonces nos maquillamos demasiado, como si en lugar de ir a trabajar nos fuéramos de fiesta, que es lo que en realidad quisiéramos.

6 comentarios:

uruguaya dijo...

creo que el resultado no es mejor para nosotros, por un tema de diferentes gustos... cuando iba a trabajar sin pintarme me preguntaban qué me pasaba, si estaba mal, onda depre...
te faltó las que andan por la calle con el rulero en el cerquillo!! es tremendo eso.
Y en mi trabajo sí se ponían sombras, bien como en las novelas, super exageradas afuera del ojo, hacia las sienes...

Anónimo dijo...

Qué buen texto!
Y es tal cual, tal cual...
Lo de la cucharita siempre fue un misterio. Intenté alguna vez pues una amiga la manejaba con destreza, pero no pasó nada. Tampoco sé hacer "caireles", como le hacían a mi mejor amiga de los 10 años en la Campestre Churubusco. Ni ñoquis, por cierto.

MaGa dijo...

Uru, sí, creo que tenés razón con lo de los gustos, yo cero pintura vio, apenas algo de tapaojeras y listo. El rulemán en el cerquillo...es fantástico, a eso deberé dedicarle capítulo aparte, me trae directo una reminiscencia de la novela "quinceañeras", un viaje express a mi adolescencia.
Gaby, entendí todo menos lo de los ñoquis, je. Igual te confieso que a mi tampoco me salen, intenté un tiempo hasta que aquél se compadeció y me dijo "dejá, es mucho trabajo, mejor hacete unos fideos" jajaja (yo toda hacendosa tratando de complacer al caballero que extraña los ñoquis caseros de su progenitora).

El Pensador Mexicano dijo...

Definitivamente es un misterio lo que hacen las mujeres con tal de verse bellas! en lo personal, las prefiero màs al natural...


Saludos Enfermos.

Ana dijo...

ah lo de la cuchara si es un misterio, y segun sé no es cualquier cuchara... y las técnicas de uso tienen sus variaciones, no lo se bien. Yo siempre uso rizador. Pero el otro dia pasó por mis manos un catálogo de cosméticos -de esos que venden las señoras casa por casa- y la sorpresa, que venden cucharas... ajá para rizarse las pestañas.

andal13 dijo...

Soy de las que juegan en el equipo de las maquilladas, pero en casa y antes de salir... jamás se me ocurriría hacerlo en el bondi (aunque lo he visto alguna vez acá, en Montevideo).
Con la cuchara me mataste... creía que servía para tomar la sopa y esas cosas, nomás.